Esta serie de 3 artículos que inicio con el presente no son sobre el juego, intentare explicar cómo viví los momentos, que cosas pasaron y mis emociones cuando un Dios se cruzó en mi camino, un Dios del Olimpo del tenis, no es el único dios en mi Olimpo, hay varios en mi cielo y todos al mismo nivel, el Dios referido en esta ocasión es Roger Federer, y en esta ocasión su feligrés era yo mismo.

  La primera vez fue en verano 1998 y yo entrenaba a Julián Alonso, estábamos en el torneo de Gstaad, Suiza, y Julián jugaba a las 10 de la mañana con Nicolás Escude en primera, preguntando el día anterior a jugadores nadie quería calentar tan pronto a las 8:30 am con lo cual me disponía a saltar al ruedo, total calentamos un poco, unas carreritas dos estiramientos y primera bola en juego, en esta que me llama un tipo desde fuera muy bien vestido con ropa de deporte, supuse que no era un espectador que quería algo del jugador, lo atiendo, que querrá este ahora? Me pregunto yo todo concentrado en mi papel porque para aguantarle el ritmo ha Julián había que estar en el papel, al menos yo…me dice:

-Perdona, tengo un jugador joven aquí que juega bien, si quieres pueden calentar juntos-

  Julián estaba 30 en ese momento e intento plasmarme que el jugador junior era bueno y mantendría el ritmo, ¿a ver quién coño es? pensé yo…un suizo joven que juega bien, no se…si fuese un joven que hace relojes o bombones de chocolate toda mi credibilidad!!! pero un suizo joven que juega bien al tenis hace 17 años…difícil de creer!!!

 …pero bua!!! menos mal!!! Yo vi la luz ya que Julián me estaba doblando la mano, y solo llevaba 3 minutos jugando.

-Por favor adelante claro que sí-, le digo en rollo somos colegas de profesión.

  A estas, a unos metros del tipo un chaval de 17 años esperaba sin inmutarse, impasivo e impecablemente vestido, parecía que iba a hacer la primera comunión vestido de tenis, raquetero al hombro, raya en el pantalón perfectamente alineada al medio (desconozco si uso escuadra y cartabón, pero ni un milímetro desalineada), calcetines sin esos restos de tierra después de los lavados que los dejan con un mínimo de tono rojo, o eran nuevos o en su casa usan un detergente cojonudo, polo de cuello con chándal encima perfectamente colocados, melena corta recogida en coleta pequeña detrás que no se le salía ni un pelo de la goma, en fin un modelito el zagal.

  Entra el chaval por la puerta de la pista 2, mirada algo cabizbaja pero con un andar seguro de sí mismo, pausado, todos los pasos al mismo ritmo, no anda, levita, nos dice unos buenos días y gracias a la vez sin abrir la boca y asintiendo con la cabeza, se sienta en una silla, pone el raquetero encima de la otra silla de al lado, lo abre, saca una bolsa, saca unas zapatillas, se cambia de zapatillas, pone las que llevaba dentro de la bolsa y la bolsa de vuelta dentro del raquetero, saca una raqueta, le da dos vueltas con la mano, la siente, le da dos toquecitos con la mano a las cuerdas , si, es esta pensaría seguramente, se levanta de la silla, saca del raquetero una toalla perfectamente doblada y nueva que deja encima de la silla que estaba sentado, cierra el raquetero, y empieza a caminar hacia el fondo de la pista dando dos o tres saltitos, todo el proceso 1 minuto 30 segundos.

  Julián y yo nos miramos y los dos pensamos lo mismo: pero quien es este fantasma?!!!!! En plan joder con el junior que pintamonas!!! Es que es suizo, ahhh perdón…

  Se pone 50 cm detrás de la línea de fondo, empiezan a pelotear, le digo a Julián:- dale y calienta bien que a las diez juegas-.

  Son 8 40 am martes del torneo de un mes de Julio de 1998.Federer 1

  El tipo no falla una, no da un paso para atrás, ningún complejo de jugar contra el 30 del mundo, no abre la boca, recoge las bolas de su campo, las que no necesita se las mete en el bolsillo, las pone en juego con una soltura impropia de su edad, todas al centro a la velocidad correcta y botando justo delante de Julián, sigue sin fallar una, un cortado por aquí, derechas por allá y algún revés al bote, un swing mecánico pero engrasado, un poco artificial, no era un “Swing” Rolex fino y elegante, sigue a 50 cm de la línea, sigue sin fallar una, peloteo de calidad, de repente en medio de un peloteo, a los 10 minutos, ante una derecha cruzada con peso se apoya delante y tira un Winner de derecha paralela, un misil tierra-tierra que bota a un palmo de la línea dejando 20 cm de marca en esa arena un poco suelta de Gstaad, con un sonido solido en el impacto que todavía tengo grabado en mi cabeza, limpio, como el que no quiere la cosa, marcando el territorio, como los lobos, Julián me mira, mirada encendida, se está calentando con el chavalín, yo pensando a ver como acaba esto, al siguiente peloteo Julián le tira otro Winner de derecha invertida sobre revés, mi jugador ya está ardiendo, se gira, yo estaba detrás de él y me dice: 1 a 1, yo ok Julián, deja al chico está motivado de jugar contigo, le digo, el chaval ni lo mira, hace que el hielo sea caliente.

  Sin percatarse ninguno los dos suben a volea a la vez, sin preguntar, sin abrir la boca ni para respirar y con una educación propia de un colegio ingles victoriano, recula y se va al fondo dejando al oponente subir, no se ha planteado otra opción, sigue 50 cm detrás de la línea, parece que hay acaba su pista, más allá es tierra prohibida, Julián sube a volea, sigue sin fallar una, sigue sin dar un paso atrás, Julián ya saca humo por las orejas por que le da a bote pronto cuando tira largo y las mete todas, yo tranquilo torito que el partido es a las 10, no ahora,  primer fallo, ufff! se la come, hace un gesto con la cabeza y un movimiento de «Swing» resumido y escueto para rectificar, Julián me mira y me lanza una sonrisa sutil, ya se la comio!!! muy bien «nano» lo tienes clarisimo relogero, pienso, Julián se va al fondo, el junior sube a volea poniendo una bola en juego desde media pista mientras subía a la red con un paso rítmico que parecía copiado de Nureyev en el lago de los cisnes, la sencillez de lo complicado, volea, no golpea, acaricia con mimo la bola, yo ya mirando al junior más,que a Julián, que mal me siento, voleón, todas a la distancia justa, de repente acaba de volear con una dejada de revés propia de una mano de cirujano, eso no es arte, es magia!!! La ves, te dice con la mirada, pues no vas a llegar te dice con su cuerpo ya sin tensión antes de dar el segundo bote, ridiculo, ni voy a correr, pienso yo!!! te la doy, él habla con su raqueta como los buenos, no con la boca como los malos, “smasha” con el correspondiente “smashazo” a un lado de la pista en la última bola y se va a sus 50 cm detrás de la línea de fondo. Joder con el Junior!!! Pienso yo…como la toca el relojero…

  “Some serves” le digo desde el otro campo, sigue sin decir palabra, solo asiente con una seguridad que me deja helado, ya ha ganado en marcar el territorio, le hablas en su idioma, con miradas, ya te ha ganado, sacan, saque a 2000, resta, sigue sin fallar una, Julián poseído para hacerle un “ace”, (en ese momento tenía el segundo saque más rápido 228 k/h) el jovencito ni se inmuta, Julián sacando bombas, sigue sin inmutarse, sigue restando, no le hace el “ace”, acaban.

 Recoge las bolas de su campo y las deja en un peldaño de la silla del árbitro a la altura del hombro, se va a sus dos sillas, abre el raquetero posado en una silla, mete la raqueta, se sienta en la libre, saca la bolsa se cambia de zapatillas, mete la bolsa en el raquetero, se levanta, se pone el chándal, cierra el raquetero, no puede cerrarlo, pausadamente coloca la bolsa de zapatillas correctamente dentro, parece que para él no existe nadie, ni el contrario, el tiempo se ha parado en su mundo, no le interesa nada de lo que él no está haciendo, se  pone el raquetero al hombro, empieza a caminar hacia la puerta, el pelo sigue sin salirse de la goma, como coño lo consigue? pienso yo,  mira hacia atrás para cerciorarse de que no se ha olvidado nada, no ha abierto la boca en media hora, ¿ pero este chaval respira o es un cyborg? creo que es un cyborg, ni ha sudado!!! ni se ha movido!!!, nos asiente con la cabeza dando gracias otra vez y un adiós educado, yo le respondo en su idioma: con una mirada y media sonrisa, diciendole muy bien relojero!!! y se va, la cosa no ha ido con él…nunca estuvo  aquí.

  Julián parecía belcebú de lo incinerado que estaba y yo ya tenía la manguera en la mano para echarle agua por si sale fuego, nos miramos y nos preguntamos a la vez: …pero este tío quién es? Nos reímos…

  Pues en esa época era monaguillo y se llama Roger Federer, y por cierto, los calcetines ni marca de tierra al acabar el calentamiento, no era el detergente, es un don…

  Tal como lo he contado paso, un chaval muy centrado en lo suyo que iba por faena, muy distante, al menos en ese calentamiento, no sé cómo sería en su día a día, pero esa media hora  el tipo hizo su trabajo impecable…chapeau!!! Tenía 17 años y acababa de ganar Wimbledon Junior en su primer año sub 18.

  El dios del Olimpo de la elegancia, la deportividad, el carisma, del talento había pasado por mi lado y no me había dado cuenta, me maldigo, con los años saque la lección, aprendí más en esos 30 minutos que en los siguientes 6 años de entrenador.

  Todavía no era nada, no había ganado nada, estaba en la línea de salida, su leyenda estaba por escribirse, obviamente no saque una foto, como la iba a sacarla!!! tenia el territorio marcado, no dejaba entrar…tampoco te distanciaba…

  No era un fantasma, era ROGER FEDERER.

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